20 de marzo de 2012

YO... EL OTRO. NOSOTROS... LOS OTROS.

Es procedente pensar y comprender que los Poderes que conforman nuestra República no son amorfos ni estamentos estancos. Son integrados por seres humanos que podríamos discutir si capaces o no, entendiendo como capacidad a la adecuada preparación y experiencia, aptitud, talento, cualidad que dispone a alguien para el buen ejercicio de algo, pero sin duda personas que sienten, respiran, conviven, piensan, estudian, como cualquiera de nosotros o cualquier humano de bien.
Es la forma que nos dimos como organización comunitaria. Constitucionalmente hemos adoptado esta forma de gobierno -perfectible por supuesto- y hemos asignado a cada Poder las atribuciones que le competen y proveímos los mecanismos necesarios para desarrollarlas.
Esta introducción no pretende ser una ponencia de instrucción cívica sino una simple y humilde acotación como fundamento de lo que quiero compartir con quien me acompaña en la lectura de esta nota.
En cualquier circunstancia de la vida cuando tomamos decisiones sabemos que como lógica consecuencia se producen alteraciones de la realidad cotidiana o alteraciones que casi siempre modifican costumbres. Alteraciones que pueden considerarse aceptables beneficiosas, en algunos casos, y rechazables e indignantes en otros. Es poco común -no imposible- que una decisión produzca la misma consecuencia en todos los protagonistas. No todos nos movemos por los mismos intereses. Si fuera así, no necesitaríamos, justamente, organizarnos ó establecer arbitrios.
Es muy común en este presente, leer, escuchar, ver, reacciones en muchos representantes de distintos estamentos -personas preparadas, formadas para desempeñar el rol que le toca ocupar- poner en duda el juicio de algún colega u otro representante de otro estamento por la decisión adoptada en uso de sus funciones y/o facultades.
Si la medida o decisión adoptada beneficia mis intereses o no nos complica, es magistral si por el contrario me desacomoda o entorpece pasa a ser un mamarracho y él o los que la dictaron -al menos- unos incapaces e inescrupulosos a los que solo les preocupa su bienestar personal y socavan los cimientos de la comunidad.
Estamos protagonizando cambios de paradigmas que trastocan nuestro SER: individual y colectivo. YO y el OTRO. NOSOTROS y los OTROS. Más que nunca se hace prioritario proceder de manera equilibrada. Más que nunca es menester ser tolerantes y comprensivos. Elaborar en mi Yo la visión del Otro para construir un Nosotros más justo, más equitativo, menos desigual.

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Secretos De La Tierra - Audios de Manuel Lagleyze