Al leer esta noticia http://www.diariolaopinion.com.ar/Sitio/VerNoticia.aspx?s=0&i=122768
automáticamente mi cabeza produjo la inevitable regresión al accidente de
tránsito en el que mi padre perdió la vida. Al escribir esto, me doy cuenta que
exactamente hoy se cumplen 9 meses de ese suceso y que a pesar que personal,
familiar y comunitariamente hicimos presentaciones tanto en el Concejo como en
el Ejecutivo Municipal, nunca hemos sido destinatarios de ninguna respuesta ni
de acciones del tipo que nos diera aunque más no sea algo de comprensiva
contención.
Cada vez que paso por ese lugar, paradójicamente frente a la sede de la UTN en Bv. Roca y Artigas, veo como actualmente los semáforos peatonales agregados a los que existían en el sector desde hace muchos años, están todos funcionando al mismo tiempo en una luz roja intermitente. Esto no hace más que convencerme que el accidente que sufriera mi padre, cruzando en bicicleta y que le costara la vida,
se produjo por el incompetente accionar de los responsables que toman estas
medidas sin el suficiente respaldo técnico de conocer lo que están haciendo. Lo
digo así porque quiero creer que se actúa sin ese conocimiento ya que si lo
hicieran a sabiendas, cómo podrían eludir la responsabilidad de su incompetencia
homicida.
Ya en enero de este año nos habíamos
expresado poniendo a la consideración pública estas reflexiones: http://www.danielmonay.blogspot.com.ar/search?updated-max=2014-02-20T14:32:00-03:00&max-results=1&start=2&by-date=false
sin que esto repercutiera de algún modo en el accionar municipal.
A pesar de los avances tecnológicos,
es muy llamativo como en materia de tránsito en Rafaela, más precisamente a su semaforización, se asumen acciones que
muchas veces en lugar de ordenar y ayudar a mejorarlo lo entorpecen y complican
aún más.
Es cierto que todos tenemos nuestra
responsabilidad en el modo como nos comportamos al volante de cualquier
vehículo. Yo no me quito la que me corresponde. Soy rafaelino y como tal me
incluyo cuando digo que somos intolerantes, agresivos, arrogantes y descuidados.
No aceptamos que nos corrijan o controlen cuando transitamos por nuestras calles
o rutas. Pero si a esto le sumamos la incompetencia, irresponsabilidad y
desaciertos de acciones equivocadas por acción u omisión o por experimentaciones de quienes deben
aplicar los mecanismos y medidas que corrijan y modifiquen esas conductas,
estamos al horno, utilizando una expresión tribunera.
No está mal que se realicen estudios
y se busque complementar con tecnología las políticas que se determinen para
resolver la problemática del tránsito rafaelino. Pero poner en funcionamiento cualquier implemento que pretenda coordinar, ordenar, mejorar el desplazamiento por nuestras calles, solo se debería hacer cuando esté debida y técnicamente comprobado su eficacia. No se puede experimentar en las calles. Mi padre, como tantos otros vecinos han pagado con su vida esos "experimentos".
Por otra parte, da la impresión que éstos "avances tecnológicos" casi siempre terminan convirtiéndose en meros métodos recaudatorios o pintorescos instrumentos de decoración urbanística.
Dentro mío conviven muchas
emociones. Impotencia, dolor, bronca, angustia, abandono, soledad,
estremecimiento, son solo algunos ejemplos.
Políticamente me identifico con el
gobierno local aunque no me siento expresado. Me siento parte de él por haber
sido unos de los que militamos este espacio que hiciera posible que el PJ fuera
gobierno en Rafaela por primera vez en su historia y que desde entonces lo sigue
siendo. Pero no me siento expresado ya que hoy lo integran funcionarios que nada
tienen que ver con esta historia y que lo único que les preocupa es atarse
a sus sillones quitándole a la política su acción transformadora convirtiéndola en su propia tarea profesional en la que rotan de cargo en cargo y son
especialistas en todo.
Hay momentos en que pienso si debería denunciar penalmente al Intendente y a los funcionarios responsables del área
para que se investigue si el accidente de mi padre pudo haberse suscitado por la
confusión y descordinación de esos mismos semáforos que hoy funcionan todos al
mismo tiempo en intermitencia de color rojo. ¡¿Con qué fin?! ¿Revestimientos
urbanísticos en campaña electoral?
No lo hago, debido a mi identidad
militante y a mis dudas de que a nueve meses del suceso se pueda contar con los
elementos necesarios para determinar responsabilidades.
Quiero aclarar que si lo hiciera no sería por ningún fin indenmizatorio ni buscar protagonismo alguno. Solo por la
necesidad interior de cerrar sana y serenamente este capítulo de mi vida
personal, familiar y comunitaria, como la de determinar responsabilidades que
pudieron quitarle la vida a mi padre y evitar que a otros les pase lo mismo.
Si
estoy equivocado, pido disculpas y que Dios, mi familia y la comunidad me lo
demanden.