28 de febrero de 2020

RETENCIONES: ¿QUÉ SON? ¿A QUIÉNES AFECTAN?


Las retenciones son un porcentaje del valor que se les cobra a ciertos productos al momento de la exportación. Se trata, generalmente, de bienes transables en el mercado externo que tienen un precio fijado a nivel del mercado internacional. En la práctica esto significa que el precio efectivo que recibe el exportador y que se traslada al conjunto de los actores de la producción, se conforma en base al precio del mercado internacional menos el porcentaje de las retenciones. 

Si las retenciones son de un 30 % el precio de dicho producto será un 30 % menor que el precio del mercado internacional. El precio resultante será también el precio con el que se comercializará dicho producto en el mercado interno.

¿A quiénes afectan las retenciones?

Es muy importante entender bien cómo funcionan los mecanismos de las retenciones. Las retenciones no afectan la rentabilidad del productor una vez estabilizadas ni afectan necesariamente la competitividad del sector agropecuario pampeano. Disculpen que mi explicación será un poquito larga, aunque tampoco tan largo para la importancia del tema y lo tergiversado de la mayoría de las discusiones.
Tenemos que partir de la base de que la agricultura pampeana funciona en base a un sistema de mercado, de oferta y demanda en donde como marca la economía clásica, lo hace sobre tres factores: trabajo, tierra y capital. En este mecanismo de oferta y demanda el trabajo es el que menos recibe y tiende al mínimo, salvo algunos trabajos de gestión empresarial que pueden tener salarios altos, pero que igual son mínimos en relación con la ganancia de otros actores del modelo.
Luego están los que producen, y no me refiero al dueño de la tierra sino a los “empresarios”, los diferentes actores que organizan la gestión e implementación del proceso productivo, “los organizadores de la producción”, en algunos casos pueden ser los mismos productores propietarios, en otros (la mayoría de los casos) arrendatarios, contratistas, pools de siembra, prestadores de servicios, comercializadores, etc. Todos estos agentes que intervienen en poner en marcha la producción lo hacen con una lógica de mercado en donde buscan una tasa de ganancia razonable, al menos la tasa de ganancia media de la sociedad. Ninguno de ellos se quedaría produciendo a pérdida por un tiempo prolongado.
En este proceso la variable de ajuste es el precio de la tierra, el costo del arrendamiento. Si la mayoría de los empresarios, los que producen, ven que por cierto motivo sus ganancias disminuyen van a tender a demandar menos tierra y en el corto plazo los costos del arrendamiento van a negociarse a la baja. Por el contrario, cuando los precios de los cereales o la soja suben mucho, todos van a competir por demandar tierra y los precios de los arrendamientos van a subir rápidamente. Esto es fácil de comprobar con estadísticas o siguiendo los periódicos cuando estos fenómenos ocurren. La tasa de ganancia siempre tenderá a estar cerca de la tasa de ganancia media del mercado, un poco más o un poco menos.
Dicho esto, ¿cuál es el efecto de las retenciones?

Supongamos que elimino totalmente las retenciones de todos los cultivos. En lo inmediato sube fuertemente la tasa de ganancia de todos los “organizadores de la producción”. El precio de los granos sube un 30 % tanto para los exportadores como para la venta en el mercado interno porque, como ya dijimos, nosotros somos tomadores del precio internacional. Pero rápidamente la demanda de tierra va a hacer subir los costos del arrendamiento. En el corto/mediano plazo la mayor ganancia se va a transformar en mayores ingresos para los dueños de la tierra. Además, si eliminé todas las retenciones empujaríamos fuertemente al monocultivo de soja por su rentabilidad diferencial.
Supongamos por el contrario que partiendo de cero retenciones implemento un 30% (cuidando que sean diferenciales para no caer en el monocultivo). En este caso en lo inmediato se afecta la rentabilidad de los productores “organizadores de la producción” porque le baja los ingresos y por ende la rentabilidad ante una estructura de costos dada y con alquileres ya pactados (esto debe ser considerado y buscar de atenuarlo). Pero en el corto y mediano plazo los propietarios de la tierra van a bajar el costo de los arrendamientos para poder seguir teniendo renta, de lo contrario nadie les arrendaría.  Esto no es absolutamente mecánico porque puede suceder que el efecto de las retenciones sea compensado con mejores precios internacionales o con mejores precios internos producto de una valorización del tipo de cambio y en este caso no necesariamente se reduce el precio del arrendamiento, ni la rentabilidad del arrendatario.
Conclusión: en el corto y mediano plazo las retenciones tienden a afectar principalmente a la renta del dueño de la tierra (tengamos en cuenta que más del 50% de la producción pampeana se hace sobre campo arrendado) y no al productor en tanto “organizador de la producción”.
Las limitaciones o dificultades podemos verlas en lo siguiente:
  • En lo inmediato y hasta tanto se ajuste el mercado de tierras el productor “organizador de la producción” puede verse afectado.
  • En el productor que produce sobre su propia tierra la situación es particular: este productor recibe dos tipos de ingresos, el que corresponde a la tasa de ganancia de cualquier empresario organizador de un proceso productivo y el componente de renta que sería el equivalente al costo de oportunidad si hubiese dado su tierra en alquiler. Las retenciones afectarán este tipo de ingresos. Por eso puede ser de interés la segmentación de retenciones para los pequeños productores.
La cuestión de la mejora de los precios para los consumidores, para nuestro mercado es clara.  Si las retenciones son del 30 % el mercado local va a pasar a funcionar con un 30 % menos que los precios internacionales.
Otra conclusión importante es que en el corto y mediano plazo no tienen por qué afectar la competitividad del sector (el gran argumento del sector). Todos los actores van a seguir buscando su mejor tasa de ganancia posible, el ajuste solo se dará en la baja del precio de la tierra y en la disminución del costo del arrendamiento y esos ingresos se estarán usando para desarrollar un país más equilibrado y justo.
Ampliando el análisis: la importancia de la segmentación
Ahora que el gobierno ya anunció esta medida es interesante analizar el efecto que podrá tener. En el caso del pequeño productor que trabaja su propia tierra el ingreso global se forma por el componente renta (o costo de oportunidad de la alternativa de dar en arrendamiento su tierra) y la ganancia en tanto productor organizador de la producción. En su caso ambos tipos de ingresos son importante para sostenerse en el campo. Y este sujeto, el chacarero tan bien reivindicado por Pedro Peretti, es importante si queremos mantener o más bien recuperar la presencia de productores en el campo. Por ello está muy bien que sean compensados por las retenciones. El único cuidado que hay que tener es que en esta compensación se mantengan los diferenciales entre cultivos, es decir no debería devolvérseles el 100% de la retención de soja, de lo contrario fomentaríamos la sojización.
En el caso del pequeño productor que toma tierra en arrendamiento la segmentación lo favorece doblemente: por un lado, le estará disminuyendo su costo de arrendamiento y por otro lado recibe la compensación por devolución de retenciones. Esto es interesante porque estamos haciendo un estímulo positivo para favorecer a este tipo de pequeños productores chacareros insertos en sus territorios.
Para entender que las retenciones pueden ser un mecanismo muy virtuoso podemos hacer una estimación grosera de que el sector de pequeños productores son el 50 o 70 % de los productores y no tienen ni el 20% de la tierra. Al compensarles las retenciones los hacemos más competitivos. Por el contrario, para un 20% de grandes propietarios que poseen un 70 u 80 % de la tierra (estimando groseramente) y que en gran parte la dan en arrendamiento este impuesto es muy justo, solo les saca un poco de la inmensa renta que tienen por el solo hecho de ser propietarios de la tierra. A los que toman esa tierra para producir, las retenciones una vez estabilizada no los afectan y entonces no afectan la competitividad del sector. Es una pena que el discurso simplista de un impuesto expropiatorio una a los pequeños y medianos productores, y al conjunto de los arrendatarios, a un discurso que beneficia principalmente a la renta de los grandes propietarios.
Las retenciones y la frontera agropecuaria
La gran rentabilidad del cultivo de soja fue uno de los factores que facilitó la expansión de la frontera agropecuaria, mediante el desmonte y la agricuturización de dichos territorios. Territorios que anteriormente no eran “rentables” se volvieron “competitivos”, pero generalmente con el costo social de la deforestación, la expulsión de población originaria y la puesta en producción de zonas ecológicamente frágiles y con riesgos ciertos para su sustentabilidad. Las retenciones desestimulan en principio el interés en poner en producción a las zonas marginales, lo cual podría ser positivo desde el punto de vista ambiental. Pero este es un tema delicado que debe evaluarse políticamente por su trascendencia económica, social y ambiental. Si compensamos las retenciones en estas zonas por mecanismos como distancia al puerto estamos favoreciendo la consolidación o expansión de estas producciones en zonas frágiles, pero si no los compensamos podemos afectar las producciones ya existentes. Esta disyuntiva podría ser la ocasión para definir y favorecer los tipos de producciones que realmente sean sustentables en dichos territorios.
Las retenciones pueden ser un instrumento clave para lograr un desarrollo más equilibrado de la economía argentina. La existencia de retenciones implica, en la práctica, tener dos tipos de cambio para las transacciones internacionales. Esto es muy importante y bien administradas pueden ser un instrumento apropiado de política económica para evitar el fenómeno conocido como “enfermedad holandesa” y que es la “condena” que pueden sufrir determinados países por tener un sector productivo con una competitividad muy superior al resto de la economía.
Este es el caso de la mayoría de los países petroleros que tienden a estabilizarse en un tipo de cambio fijado por la competitividad del petróleo, el cual no les permite el desarrollo de otro tipo de procesos de desarrollo industrial porque no tendrían competitividad con el precio de los productos importados.
Este fenómeno fue analizado, para la situación argentina, en los años 70 por Marcelo Diamand, posteriormente retomado por Aldo Ferrer, mostrando que, con un solo tipo de cambio, el cambio de paridad en el mercado estaría fijado por el sector más competitivo, en nuestro caso el sector agropecuario y resultaría en un tipo de cambio que generaría gran dificultad de poder exportar al sector industrial.
Es importante entender que las retenciones por sí solas no definen la “rentabilidad” del sector agropecuario. La “rentabilidad” del sector agropecuario y de cualquier sector que exporta depende en primera instancia del tipo de cambio. Un tipo de cambio alto con retenciones puede ser más rentable que un tipo de cambio bajo sin retenciones. Esto último fue lo que ocurrió en la década del 90. Debido a la política de convertibilidad el tipo de cambio fue retrasándose de una manera tan fuerte que no solo afectó la competitividad del sector industrial, sino que afectó aún la competitividad del sector agropecuario y terminó generando una situación de fuerte endeudamiento a un alto porcentaje de pequeños y medianos productores agropecuarios. Y en este periodo no había retenciones.
Es por estos motivos que Diamand y Ferrer propugnaban la existencia de retenciones, con un apropiado tipo de cambio, para lograr hacer compatible la competitividad del sector agropecuario con la competitividad del sector industrial, como estrategia para superar nuestro desarrollo económico desequilibrado.
El inminente anuncio de que las retenciones a la soja pasaría del 30 al 33 %
En función de todas las consideraciones que hemos señalado creemos que es un gran acierto aumentar el diferencial de retención a la soja respecto al resto de las producciones. La soja por ser el cultivo más rentable determina el precio de los arrendamientos. Cuanto más diferencial sea la retención a la soja mejores serán las chances del resto de las producciones y será un estimulo a un agro más diversificado.  Si las retenciones fuesen uniformes o si no hubiese retenciones para nadie, el monocultivo de soja se consolidaría aún más.

Secretos De La Tierra - Audios de Manuel Lagleyze