Leyendo la Carta de Lectores publicada en el Diario "La Opinión" que firma
Juan Carlos Fessia, refiriéndose a la personalidad y a su amistad personal con
Rodolfo Bienvenido Muriel, sin intención de polemizar con “Cachi” Fessia, no
puedo dejar de sentirme aludido a su comentario ya que fui uno de los pocos que
se expresó en contra del reconocimiento de nombrar una calle de nuestra
ciudad como “Intendente Muriel”. A los
amigos, los elige uno mismo.
Dice Fessia: “(…)Siempre en la historia surgirán detractores y sólo ellos sabrán evaluar
sus palabras y poner en su balanza sus propias acciones y sus propias
realizaciones para el crecimiento de la ciudad de Rafaela, la ciudad de todos.”
El calificativo detractor significa “adversario, que se opone a una opinión
descalificándola; o también, maldiciente,
que desacredita o difama.”
Como considero, y creo que los que me
conocen compartirán del mismo modo, no merecer este calificativo por haber opinado y haber solicitado al Concejo Municipal enmendara el error cometido al ponderar la
Intendencia de Muriel nombrando a una de nuestras calles, necesito insistir con algunas consideraciones.
No soy un necio que desconoce que
Rodolfo Bienvenido Muriel fue cinco veces Intendente de nuestra querida Rafaela
y que en su haber cuenta con muchas cosas positivas como también muchas otras no
tanto. Como cualquiera de nuestros conciudadanos que ha desempeñado esa
función.
Demás está decir también que en casi 23 años transcurridos desde 1991, año en que reiniciamos la normalidad institucional luego de
la Intervención a Muriel, se han sucedido muchas particularidades de Gestión de Intendentes que han posibilitado lo que Rafaela es hoy. Cada uno de ellos
con sus aciertos y sus errores. Pero ninguno de ellos fue responsable de algún
error institucional que mereciera la detención policial y posterior
Intervención del Departamento Ejecutivo Municipal.
Entonces, mi cuestionamiento pasa no por
la persona del “Gallego Muriel” sino por su actuación institucional en la Intendencia. La
que estuvo a su cargo en el momento que se llevaba a cabo la más grande estafa en la
obra pública de la que se tiene memoria. Estafa sufrida por muchos vecinos de Rafaela, perjudicados moral, social, política y económicamente, además de tener que reponerse los caños truchos utilizados que impedían el normal uso de este muy importante servicio de desagües cloacales lo que significó un doble gasto al erario público.
En tiempos de Muriel Intendente, era muy común escuchar en las calles el murmullo popular que decía: “(…) Si,
el gallego afana, pero hace.” Seguramente, esto que muchas veces se adjudica a
la mayoría de los políticos, lo de robar digo, pero a pesar de ello, ser
reconocidos como “hacedor” es una característica reservada solo para algunos. Este
“dicho popular”, seguramente será del recuerdo de muchos lectores mayores de
cincuenta, los más jóvenes podrán consultar a algún conocido de esa edad, no es un invento.
Reconozco que mucha gente de Rafaela y
algunos de otros lares, que tuvieron, tienen y tendrán otros pareceres respecto
a la figura del ex intendente, no concordarán conmigo y está bien que así sea.
Pero, no puedo olvidar que cuando asumimos el gobierno de esta ciudad en aquel 1991,
no solo hubo que trabajar mucho para recuperar la confianza de los vecinos a
sus instituciones, sino también comenzar a desarrollar muchas iniciativas
políticas y obras que revirtieran la realidad de esos días: 50% de la población
no contaba con agua potable, el 70% no contaba con cloacas, barrios que se inundaban,
falta de desagües, loteos aprobados sin infraestructuras mínimas y sin cotas de
alturas definidas. Hubo que trabajar y mucho para ordenar un crecimiento
urbanístico planificado. Se tuvieron que repavimentar muchas calles que habían
sido “pintadas” con asfalto y cobradas como pavimento. En fin, sería muy largo
desarrollar todo lo afrontado y realizado. Solo algunos ejemplos para señalar
con sano orgullo haber pertenecido a ese Gobierno y haber aportado humildemente
un granito de arena para, como dice Fessia “(…) para el
crecimiento de la ciudad de Rafaela, la ciudad de todos.”
Estos son algunos aspectos para
complementar con la visión de aquellos que hoy enarbolan la bandera de reivindicación
al "Intendente Muriel", solicitando renombrar con su nombre
alguna de nuestras avenidas y hablan del rol de "estadista" de amistad personal pero olvidan u omiten a
sabiendas, justamente, estos hechos que también son características del mismo Intendente.
Para terminar les dejo una expresión de
Martin Luther King, “No me preocupa
tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena".